Las glándulas salivales están bajo el control del sistema nervioso
parasimpático. La estimulación del sistema nervioso parasimpático puede
producir una secreción excesiva de saliva; así, la reacción adversa a
algunos fármacos como tranquilizantes, anticonvulsivos, etc. pueden
agravar el babeo. De la misma forma, el tratamiento con drogas
anticolinergicas pueden reducir la secreción de saliva y consecuentemente
facilitar el establecimiento del control del babeo. Existen estudios en
los que se
demuestra que el tratamiento con anticolinergicos
reduce la secreción de saliva alrededor de un 50%.
El
problema de los tratamientos farmacológicos son sus efectos secundarios.
En este sentido, se describen como efecto de los mismos, un incrementeo de
la vaso-dilatación, inhibición de las contracciones gastro-intestinales,
reducción de la secreción de las glándulas bronquiales, gástricas, etc.,
dilatación de las pupilas (midriasis), parálisis de acomodación, etc.
Estos efectos secundarios hacen que se deba valorar muy bien cuando se
debe prescribir este tratamiento y cuando no.
Es adecuada
una
intervención híbrida, fármaco-psicológica, en la que se aprovecha la
disminución temporal de la secreción salival para introducir los programas
de modificación de conducta.